lunes, 13 de diciembre de 2010

PAPEL LERIA

Esta vez la foto la hice yo. Todo empezó por eso, por esta foto, luego el título partido, luego una idea, luego una señora que paró su coche en el paso de peatones, me sonrió y me preguntó por un colegio... y asi, surgió...
Amenizado con la música de Bright Eyes.





Era un lugar como otro cualquiera, sólo que las luces del escaparate parpadeaban, y eso llamaba a un tipo de personas.

Pasaba por delante de ella cada día cuando salía de trabajar. Me fijaba en sus agendas con fotos antiguas, en sus cubiletes de madera, en sus huchas de barro, en los maletines, en las carpetas marrones...

De vez en cuando algo me atraía y entraba, sin saber qué comprar.
- Un sobre pequeño, por favor... - pedía en ocasiones o -... un lápiz de punta fina - en otras.
Siempre me atendía un señor enjuto, con gafas cuadradas, desaliñado, con aire abstracto.

Ese día estaba haciéndose de noche cuando salí de trabajar. Saludé al conserje con la mano, descendí las escaleras distraída mientras me colocaba los guantes y observé cómo la luz de las farolas parpadeaba sin razón. Sentí un escalofrío. Ciertos recuerdos que no recordaba haber vivido empezaron a golpear mi cabeza y la agité de un lado a otro para intentar evitarlos.

Cuando salí a la calle me choqué con un señor que hablaba por su móvil. Me sonrió, y creí notar cierto gesto familiar en su rostro.
- Voy a comprar los pedidos y regreso a casa, cariño. No tardo - terminó de decir a su interlocutor.
- Disculpa, joven - me dijo, y siguió caminando.
Un poco más adelante, mientras cruzaba el paso de peatones, un coche se detuvo a mi lado. Se bajó la ventanilla y una mujer de melena negra me sonrió y posando la mano sobre su hijo pequeño movió sus rojos labios:
- Perdona, ¿sabes donde hay una papelería? –me preguntó.
Giré la cabeza en dirección a la siguiente manzana y le señalé lo que ella me había preguntado. El anillo que llevaba en su mano me había dejado muda. Me quedé quieta esperando que el semáforo cambiara de color y un joven cartero paso junto a mí, con prisa, mirando los coches y me sonrió.
- Parece que va a llover – comentó. Sus hoyuelos me resultaron cómplices.
- Puede – le dije yo.
- Voy a dejar el correo ahí en frente, espero llegar -dijo señalando el escaparate parpadeante. Y cruzó la calle cuando sonó el primer trueno.
Completamente descolocada no reparé en una señora ciega que esperaba para cruzar a mi lado.
-Señorita, le agarro el brazo, si es tan amable, el suelo se va a volver muy resbaladizo.
La miré al sentir su contacto y musité un leve "Claro", mientras comenzaba a caminar.
- Señorita, ¿me leería este papel? - me dijo mostrándome un panfleto.
- ¿Disculpe? -le pregunté sin enterarme, mi cabeza pensaba demasiado deprisa.
- Que si este papel leería –volvió a decir.
La miré siendo consciente de que sentía mi mirada penetrante. Supongo que ésa era la palabra clave. La había visto durante tanto tiempo escrita, y nunca había pensado nada...
- Vamos Iria -me dijo ahora con cariño- ya sabes donde me tienes que llevar.

Seguimos cruzando la calle lentamente, en silencio, mientras mis pensamientos y mis recuerdos intentaban ordenarse.
- ¿Puedo preguntarte algo abuela? - le dije.
- Sí, hija.
- ¿Por qué ahora? – le pregunté.
- Porque es el momento.
- ¿El momento de qué? – le insistí.
-De actuar – respondió ella.
- ¿Y por qué no nos conocíamos hasta ahora? - pregunté extrañada.
- Sí que nos conocíamos, pero no era seguro que lo recordaras.
- ¿Y cómo...? – repliqué.
- No, pequeña, eso no te lo puedo contar. Sólo te diré que había dos palabras que tenías que recordar, y están escritas a la tienda a la que me llevas. Ellas te ayudaron a no perderte, a saber siempre que este día llegaría y tenías que estar preparada.
- ¿Y los demás? – volví a preguntarle.
- Cada uno a su manera, cada uno diferente. Ahora vamos, nos esperan.

Empujé la puerta de la papelería y allí estaban todos: mi hermana con su hijo, llevaba un anillo idéntico al mío; mi tío con su móvil en la mano, su sonrisa me resultaba familiar; mi primo, con sus hoyuelos bien marcados; y el dependiente, el hermano de mi abuela.
Ella cerró la puerta, echó el cerrojo y tiró de un cordel por el cual se deslizó una persiana que nos separó de la calle.
- Aquí estamos los que hemos sobrevivido - empezó diciendo mi tío abuelo. - Este día tenía que llegar.



viernes, 12 de noviembre de 2010

El beso de LA rana

Con una foto de Helena del Pozo y una canción de Marwan se tejió esta pequeña sucesión de frases que adornan mi letargo tras semanas donde el tiempo se ha esfumado



Otra vez me dejas Madrid para mí...

Ayer
te besé.
Tu piel húmeda y grumosa dejó
una gelatina suave alrededor de mis labios,
y el amarillo de tus ojos
se clavó con asombro en mi pupila.

Cierro los ojos y escucho tu voz,
esa que me susurraba historias por la noche,¿o era yo?,
y me mecía las tardes lluviosas de invierno.

Y es que lo único que importa es la voz,
lo demás es una carcasa,
que se empeña en distraernos,
pero sin la que las sensaciones
no serían igual.
¿no puedo enamorarme de una rana?

Ahora,
Mientras camino ya de noche de vuelta a casa,
el frío se adueña de cada esquina,
y los semáforos marcan ritmos tranquilos,
Y si me escondo tras la bufanda,
y miro las luces de los escaparates,
creo verte reflejado,
creo ver como me miras
a miles de kilómetros de distancia.

Si quieres subimos a casa, y... salvamos el mundo... y nos decimos lo importante sin hablar...

Y ya de noche,
leo en una esquina de la cama,
dejándote la otra mitad,
Mientras la luz de la mesilla ilumina en el suelo tus ultimas pisadas,
y siento un ligero viento que penetra tras la ventana mal cerrada,
puede que lo hayas mandado tu desde el otro lado del océano,
y oigo un maullido,
puede que ahora seas un gato,
por eso hablo con él,
y me acurruco a su lado mientras me deja acariciarle.

Y en Madrid cuando se hace de noche, y me falta tu cuerpo, vienes sin permiso, protestando el invierno y mis dedos preguntan donde te has metido...

Ya estoy dormida,
y creo que estoy hablando en sueños,
en idiomas ininteligibles,
porque la realidad por una vez no hace justicia,
porque lo que una vez nos enseñaron a sentir se ha transformado,
porque idear lo que uno añora es la forma de salvar tu mundo,
porque las lineas divisorias que a veces pasamos nos petenecen más que nunca,
porque el océano no es tan grande,
porque...

Anidas en mi.





lunes, 8 de noviembre de 2010

El vaho de la ducha


Esta canción de Sara Bareilles (mi preferida), me transporta a un mundo de niebla, me llena de sentimiento y me transmite... de todo un poco. Ahi va... una pequeña mezcla de recuerdos, seguro que se acerca a la vida de alguien, aunque sea al otro lado del océano





Sentí un placer ligero mientras el agua recorría con tibieza mi cuerpo. Cerrando los ojos apoyada en las frías baldosas de la pared, debajo del chorro notando el calor en mi piel hasta sentir como se coloreaba, pensaba en todo y nada.

El vaho me transladó a la estación, una mañana helada con niebla esperando el tren sin palabras que mediaran ese incómodo silencio que había entre nosotros. Mi padre sujetaba la maleta y esperaba pacientemente mientras yo intentaba buscar algo que decirle para apaciguar su dolor. Subí las escaleras del vagón y desde mi asiento vi como se calaba bien la cazadora y me veía alejarme...
Después apareció la ventana del ático de la escuela, donde Bea y yo nos escríamos mensajes en los cristales cuando se empañaban en invierno, mientras la lluvia empapaba los inmensos jardines donde nos perdíamos cada tarde...
El humo de las hogueras de San Juan perdiéndose en la lejanía, al igual que la vergüenza tras varias cervezas y la oportunidad de hacer aquello que normalmente estaba prohibido...
Una tarde de granizo en la que el ambiente creaba un ambiente distorsionado y tuve que pararme en una tienda de fruta a esperar a que se despejara, y tras una hora de charla la dependienta se convirtió en mi familia en esa gran ciudad...
También vino una noche donde un humo de olores inundaba la discoteca en la que mi prima se casaba con mi mejor amigo, aquel que un día me juró amor eterno y luego no lo cumplió...
El polvo del camino mientras veía partir un coche que se llevaba todas las esperanzas que había puesto en una vida en común...
La llovizna de madrugada al lado del hospital cuando el futuro me brindó la oportunidad de volver a soñar...
La luz cegadora de las tardes de otoño cuando volvía a casa arrastrando un coche de capota y un perro llamado Teo...

Y todo volvió a la realidad cuando Linda golpeó con sus patitas la mampara de la ducha.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Media Sonrisa

Una mezcla de esta foto que me pasaron y un sentimiento que se apodera de las incongruencias, o no, del mundo. Lo demás... espero que imaginación! ;)
Y todo acompañado por la magnífica música de Laura Jansen y su igual de paranoico vídeo clip




¿Y qué si me has engañado y has jugado a seducirme?
Cuando era pequeña solía sentarme con mis tías en la cocina a escuchar las radionovelas, y en vez de llorar como ellas y suspirar tan hondo que parecía que iban a asfixiarse, rellenaba los cuadernos haciendo dibujos que no podía enseñar a nadie, porque siempre se hacían realidad.


Creo que quizá no has existido y puede que opte por cerrar así la historia. Quedaría bien en mi lista de relaciones fallidas un galán embaucador tan atento que estuve a punto de comprarle un sombrero.

Mis tías solían mandarme a dar una vuelta para poder invitar a sus amigas a casa con el pretexto de que me paseaba tan sigilosamente por la casa que siempre les asustaba. Luego me regañaban por llegar tarde, por parecer tan desaliñada, por ser tan callada, por estar siempre en mi mundo y dibujar cosas extrañas. En definitiva, por cualquier cosa.
Nunca entraban en mi habitación, creo que les daba miedo, igual que nunca me tocaban. Sentía que se les erizaba la piel cuando yo estaba un poco más cerca de lo habitual.


Ayer me devolvieron una carta que te envié. Sentí vértigo y desconcierto al principio, pero al volver la vista atrás me di cuenta que había obviado una pequeña premonición de lo que podía pasar. Sería fácil retroceder unos pasos hacia atrás hasta hacer que no hubiera sucedido; si es que es así, porque no estás aqui para que pueda rozarte...
Una vez dibujé un perro que era atropellado por un camión de mudanzas. Fue en preescolar, y mi compañera de pupitre vino llorando al día siguiente diciendo que había matado a su Bobby.
Nunca tuve muchas amigas. Solía dibujarlas, y por las noches me venían a ver.


Sí, creo que no has existido. Tu olor ya no inunda mis sábanas y mi piel se ha vuelto blanca. Y si lo has hecho, entonces ha sido como una balada, que dura lo que tardas en darte la vuelta.

Una vez un chico me sacó a bailar en las festas de San Bartolomé. Mientras me movía iba pensando en los extraños gestos que pone la gente cuando la música está tan alta que no se puede hablar, y me pilló desprevenida la pregunta de mi pareja: -¿Por qué tienes un cocodrilo en el pelo?. Me separé un poco y le miré fijamente. Supe en ese momento que él tampoco iba a entenderme. - Me gustan los reptiles - le dije incapaz de mentir. Y me callé lo siguiente: - Son mis amigos, viven conmigo.


Tú si que me entendías. Un día te enseñé los móviles de papel que cuelgan del cuarto del fondo y no te asustaste. Ni siquiera cuando viste mi escritorio lleno de pinturas y libros en latín.
-¡Qué cocodrilos más reales tienes ahí! - me dijiste al ver los bocetos y las miniaturas.
Recuerdo que esa noche bebimos una copa de brandy y fumamos tabaco de liar.


En la librería donde trabajo el señor es ya muy mayor y además es ciego. Como sólo escucha mi voz, y siempre me han dicho que tengo un tono muy tranquilizador, conservo el puesto sin problemas.
Cuando las clientas le dicen que soy un tanto rara, el me dice muy bajito: - Tonterías, es que esta gente que ve tiene unos prejuicios... Y me frota el brazo de arriba abajo con todas sus fuerzas.

Un día me susurraste al oído y yo te creí, pero sólo un poquito, porque no estoy acostumbrada a confiar en nadie. Luego te miré y supe que me habías descubierto. Vi la cola de Matilde escondiéndose tras la estantería.

No lo recuerdo muy bien porque era muy pequeña cuando mi madre todavía existía, pero solía contarme cuentos de animales antes de dormir y me los imaginaba como algo tan real que no sabía hasta donde llegaba mi imaginación. Eso lo aprendí más tarde, pero fui la única porque todos los demás se perdieron mi enrevesado mundo.

Y bueno, si al final te he soñado o simplemente has querido cortejarme, ya no me preocupa demasiado.
Me he mirado en el espejo y media sonrisa a asomado a mi cara. Me he pintado los labios y he salido a chupar frío dejando en mi mesa un dibujo a medio hacer.
En él hay un cocodrilo acabando de comer, y entre los dientes sostiene un bombin antiguo. Lo malo es que no recuerdo si llegue a comprarle ese sombrero, aunque... que más da. No existes de todos modos, o por lo menos vas a dejar de hacerlo.




domingo, 24 de octubre de 2010

Palabras

Con una foto de Helena del Pozo y una canción de Ben Harper, la letra de este mini relato, después de dos semanas de parón, cobra más sentido.
Espero que la disfrutéis




A Estela le escribían tres hombres.
Desde cualquier rincón del mundo el mejor amigo de su padre le mandaba postales y regalos. Se tomaba muy en serio su condición de padrino y ni una vez faltó en las fechas importantes, y en las demás tampoco.
Desde Australia su hermano mayor le enviaba cartas cada mes hablándole de playas idílicas, animales extraños y desiertos con los que tenía pesadillas. Hacía años que vivía fuera y trataba de no alejarse demasiado de lo que una vez fue su hogar.
Y desde dos manzanas más abajo el bibliotecario le enviaba rigurosamente cada semana unas letras para avisarle de las novedades y los cotilleos. La había adoptado como la nieta que nunca tuvo, aquella que se hubiera perdido entre las cientos de estanterías de libros que componían aquella sala enorme del pueblo donde ella había pasado tantas horas hasta que terminó el bachillerato.
Pero ella sólo escribía a un hombre, sólo a uno. Bernabé di Lousso, el saxofonista que tocaba cada tarde en la esquina del mercado.
Cada viernes iba con su abuelo a comprar la cena familiar y ella se escabullía con disimulo. Se entretenía mirando los botes de golosinas del puesto de la esquina y su abuelo terminaba por comprarle unas cuantas que ella guardaba en el fondo del bolsillo de su abrigo, porque en realidad no le gustaban. Lo que hacía era quedarse cerca de la puerta para dejar que le invadiera esa música que le erizaba la piel; y cuando salían cargados de bolsas se rezagaba un poco y dejaba caer un papel bien doblado sobre el estuche del instrumento que descansaba en el suelo. A veces le miraba y veía como una sonrisa se reflejaba en su rostro, entonces corría detrás de su abuelo perdiendo el aliento.

Ya de mayor intentó recordar un día qué escribía en esas notas, pero sólo vinieron unas pocas ideas a su cabeza:
"Su música me gusta más que jugar con mis gatos" "La profesora nos hizo hacer una redacción sobre alguien que no conocíamos y yo la hice sobre usted" "Un día vine con la grabadora de mi padre y le grabé tocando. A veces lo escucho en casa con el sonido bajito para que no se entere nadie" "Empecé a dar clases de violín y me han dicho que tengo buen oído" "El otro día participé en un concierto"

Y también de mayor, un día acompañó a su tía a servir la cena en un comedor de indigentes y un anciano se le acercó y le miró fijamente:
- Señorita, usted frecuentaba el mercado de San Bartolomé ¿no es cierto?
- Sí – dijo ella frunciendo el cejo.
- Pues debe saber que a este pobre músico le salvo muchas noches tristes con sus inocentes palabras.

lunes, 4 de octubre de 2010

La lista

Una atrayente foto de Fernando Mejía acompaña este escrito que se mece suavemente con la canción de Rose




La encontré en una cajita de madera al fondo de un cajón. Ella la escondía ahí, envuelta en un pañuelo bordado que nunca había visto.
La imagino sentada en una esquinita de su cama, cerca de la cortina para que la luz iluminara los relieves de esa caja que seguramente tardaba en abrir, tocándola millones de veces. Observaba el cielo azul y lleno de nubes, y quizá cerraba un poco los ojos y dejaba que las imágenes atravesaran sus pensamientos.

Quiso al abuelo, eso lo se. Por la forma en que le miraba cuando se apoyaba en el marco de la puerta, por como se reía cuando él decía cualquier tontería, por como miraba por la ventana y lo veía alejarse cada mañana.
Pero su interior guardaba algo más que nunca nos reveló.
La lista a cosas por hacer.
La lista de deseos que hubiera querido hacer con esa persona que la guerra le arrebató.

Se sentaba a mi lado y me metía los bocados de lomo en la boca para que comiera, acariciaba durante horas la espalda de mi hermano que no se dormía sin el calor de Yago a su lado, se acercaba a la habitación de papá y le dejaba las camisas planchadas en su cama cada tarde, cantaba canciones al oido de mi hermana que extrañaba la suave voz de mamá...

Pero una tarde, después de su funeral, mientras ordenaba sus cosas y las metía en bolsas la encontré. Perfectamente doblada, junto a una foto de un joven con uniforme. Su nombre y una inscripción en el dorso hizo que mi piel se erizara y entonces fui yo la que descorrí un poco la cortina, miré ese cielo, cerré los ojos, suspiré y sonreí.


domingo, 26 de septiembre de 2010

Give it birth

Una preciosa canción de Yael Naim ha hecho que salgo esto de dentro de mí. Haced como queráis: canción primero, entre medias, a gusto del lector y oyente. Pero escuchad la letra, empaparos de ella; dice mucho...
Lo mio... un mero acompañamiento




Mira a lo lejos,
El amarillo deja paso al naranja, al rojo, al morado... y finalmente desaparece,
hasta que dejas de distinguir los lunares de tu piel.

Lo se, cierras los ojos y sientes que algo te envuelve,
una tela invisible que sale de tus dedos,
atrapa tu piel suavemente y te cubre como un manto de ganchillo.

Te inventas, te cubres de acuarelas de colores que tu mano deja derramar,
y observas ese precioso desastre que tienes dentro de ti.
Y te ves alejarte…
porque te da miedo, y no sabes como continuar dibujándolo,
Porque una vez te olvidaste de respirar
y no dejaste que el mapa de tu vida siguiera igual.

Y algunas noches,
escuchas música a tu alrededor,
y empiezas a dar vueltas sin querer que termine.
Deslizas tu brazo hacia arriba,
dejas escapar un leve movimiento con la pierna,
giras los dedos y liberas tu cadera,
y entonces…
Sólo entonces algo vibra en tu interior,
sube la música y tus pies se despegan del suelo,
y todo sale de dentro de ti,

Cierras los ojos y notas la brisa en tu cara...

Y cuando el sol se esconda,
dejaré que te acurruques en el sofá,
y me sentaré a escribirme cartas en la ventana de un bar…

Creo que no tiene mucho sentido, salvo para mí, pero es lo que surgió tras la canción. Puede que una sucesión de frases medio inconexas, pero... ¿no es eso la vida?

lunes, 20 de septiembre de 2010

Luz

Me gusta cuando entra por la ventana del cuarto de baño de Cartagena y se incrusta en las baldosas verdes de flores, se refleja en los botes de cristal medio abiertos y llenos de potingues, se balancea sobre la cortina de lunares de la bañera...
Atraviesa la puerta por el cristal rugoso que revela sombras del interior, y recorre el pasillo acompañado por los rayos que entran a través de las habitaciones. En una de ella se cuela entre las rendijas de la persiana, se posa sobre una cajonera medio abierta, se esparce entre las baldosas, salta la ropa del suelo, se refleja en un espejo y sube al techo, cae en picado a una pecera llena de pañuelos de colores y de ahí se aproxima al pasillo.
El parquet deja ver sus imperfecciones mientras lo recorre y llega en línea recta al salón, desde donde se cuela entre la cortina de madera hasta la terraza. Con sus plantas esparcidas a cada paso, su barandilla negra ya oxidada, las sillas desvencijadas por el viento y los cojines empapados de la noche anterior.
Se escapa entre los tejados de las casas, enredándose entre las antenas, obviando las tejas rotas, iluminando los cristales cerrados, empapando la ropa colgada, deslizándose por las copas de los árboles y huyendo en la lejanía; dónde se cuela entre otras casas, camina por otras calles, observa otras realidades... pero también pasa. Porque todo pasa. Todo pasa y todo vuelve: lo bonito, lo feo, lo que importa, lo que no... Y la luz, cuando se posa en nosotros, nos infunde un poco de ese calor que nos ayuda a pasar, o no. ;)



lunes, 13 de septiembre de 2010

Our time

Esta vez todo empezó con una fotografía que me enseñó una amiga. De ahí salió la historia, la mini historia, mejor... el mini trozo de una historia. Y en cuanto a la canción, me acordé de "Our time" de Tyler Hilton, sólo que mejor no veáis el vídeo que es muy cursi (no encontré otro mejor); Escuchad simplemente.





Levanté los ojos y barrías las hojas apiñadas en los bordillos de la acera. Tu pelo había crecido y al principio te costó reconocerme mientras me mirabas entre unos mechones que caían por tu cara.
Nos miramos y no supimos que decirnos.

Abriste la boca, y luego la cerraste.
La abrí yo, y suspiré sin contenerme.
Intentaste sonreir y no pudiste,
intenté pestañear y no resultó.
Las hojas volaron y tú ni te inmutaste.
Las farolas se encendieron y mi pelo se coló entre mis ojos. Entonces lo aparté y tú miraste al cielo.

La calle estaba desierta y sólo el viento nos acompañaba.
Una hoja cayó y me acordé del chaparrón que nos caló un día en la montaña.
Cayo otra y vi a tu gata enredándose entre los flecos de mi vestido.
Otra, y las olas nos golpearon mientras intentábamos hacer surf.
Otra, y viniste a buscarme al trabajo con un pastel de fresas y nata.
Otra, y me sostuviste la mano en el funeral de mi abuela.
Otra, y te di besos en el hombro cuando te despertaste de una horrible pesadilla.
Otra, y tu llegabas tarde de trabajar.
Otra, y empezamos a pasar demasiados ratos en silencio.
Otra, y dejaste de venir conmigo a los teatros.
Otra, y me deslicé entre tus dedos.

Cuando el viento pasó, sólo quedaron tus ojos frente a los mios y ya no sabían hablarse.
Empecé a caminar y agarré fuerte mi bolso. Tenía que aplastar algo.
Doblé la esquina y rompí a llorar.
Anoche soñé con la pintada de la calle que tu barrías.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Será

Con una foto cedida por la dueña del hipopótamo y una canción que me dieron a conocer el otro día y no deje de escuchar en toda la mañana. Así surgió este mini relato, que no es tal, sino una acumulación de "serás" que han volado hasta mí. Todo rematado por un compañero de asiento que en una terraza, aunque distinta a la mía, me sopló algo sobre un paraguas...



Será ese nombre raro que aparece de repente en tu boca,
o una lejana tonada que ronda mi cabeza cuando me dejo llevar,
Serán las risas de la plaza que a veces me evocan tiempos pasados,
o el viento que entra por las rendijas del balcón y hace que me acurruque aún más.

Será eso que un día escuché de tu boca, y de tus ojos,
o será que mi pelo ya no retiene el olor de antaño,
será que el rojo de mis uñas ahuyenta a los cazadores furtivos,
o que anoche soñe con un hipopótamo que se metía en mi cama.

Será el tamaño de los sueños lejanos,
o el olor de las páginas leídas desde el otro lado del teléfono,
será la lluvia que empapa los paraguas cerrados,
o quizá esos lienzos antiguos que parecen abandonados.

Será que el olvido es una de esas palabras que borré hace tiempo de mi diccionario,
será mi empeño en esperar un después,
será este mundo que siempre me empeño en volver del revés,
o puede que simplemente sea el sabor de la fruta que a veces cuelga de mi puerta,
o que me arden los labios por besarte esta vez.



viernes, 27 de agosto de 2010

¿Sólo un pañuelo?

Esto va por todos los paises que no salén en los periódicos, todos los conflictos olvidados, todas las personas que AHORA MISMO sufren. Ahora es Pakistán. Otrás veces es Afganistán, Congo, Sudán, o Etiopía. O Haiti, o Guatemala, o México...
Y ... ¿Qué hacemos por ellos?


Instrucciones: primero escuchar la canción, la letra, deleitarse con ella. Y luego, en silencio, leer el relato.
"
aún hay tiempo de renacer, de dar amor, borrar el miedo y la destrucción""






Como si fuera un insulto a su vista, mi herida sangraba a los ojos de todos. Un gesto de asco y un giro en su mirada hizo que rebuscara en el interior de mi mochila, medio rota por el traqueteo del viaje.
Busqué sin encontrar nada, largos segundos ansiosos que se desvanecían entre mis dedos al igual que cada objeto que palpaba mientras la sangre no dejaba de brotar.
Noté una mano que rozaba mi brazo y me tendía un pañuelo. Sucio, con el dibujo borroso, con millones de historias incrustadas en él.
Miré sus ojos oscuros sin brillo y taponé la herida que no dejaba de sangrar.
El guardia agarró al niño y lo empujó hacia atrás, con desprecio, con ira. Y eso fue lo que me infundió a mí; por lo que en un acto reflejo me incorporé y agarré al pequeño. Pero perdí el equilibrio y caímos rodando al suelo. Mi compañero se incorporó en mi ayuda, y otro guardia le clavó la culata del fusil en el estómago. Cuando abrí los ojos y me vi encima de aquel niño menudo que me miraba intrigado, noté que inconscientemente seguía apretando con fuerza el pañuelo en mi brazo. Estaba medio deshilachado, con manchas de sangre reseca, de tierra mojada, de lágrimas transparentes, reprimidas, de noches en vela, de miedo, de terror, de desesperanza, de sueños incumplidos… de sueños futuros.
Y mientras… a mi alrededor...gritos. A mi derecha los guardias infundían terror a una fila de palestinos a los que ni siquiera les quedaba la dignidad. Sus palabras, ininteligibles para mí pero amedrantadoras de todos modos, escupían desprecio y maldad.
Mujeres sujetando niños menudos pero sin atisbo de miedo, no habían conocido otra cosa; ancianos con la cabeza gacha mientras recibían insultos, hombres con los labios apretados y más arrugas de las debidas…
Me agarraron del brazo y me hicieron incorporarme. El pañuelo cayó al suelo y me zafé bruscamente de mi opresor para recogerlo. Esbocé un intento de sonrisa cómplice con el niño que descansaba a mi izquierda sin dejar de mirarme y volvieron a empujarme hasta la mesa de la frontera.
Un señor gordo, no menos amedrantador que los anteriores, descansaba su trasero en una silla de cuero rasgado. Y creo q fue en ese momento, cuando empezó a hablarme con un gesto de autosuficiencia y desprecio, en el que mi mente comenzó a alejarse y todo se fue volviendo blanco. Blanco como la nieve, como un cielo de invierno que se cubre de nubes, como las paredes recién pintadas de una casa nueva, como la lana joven de las ovejas.
Noté que alguien frotaba mi cara y mi nuca con agua y cuando abrí los ojos vi a mi compañero a mi lado. Había arreglado todo con los guardias y nos dejaban salir por la frontera. Ya no creían que éramos espías, ni terroristas, ni integrantes del gobierno vecino, ni árabes suicidas, ni fanáticos de los derechos humanos, aunque eso... podía estar guardado en nuestro interior.
El emblema de nuestra organización y nuestros carnés, junto con unos permisos de la embajada, nos habían salvado de multiples interrogatorios, y quién sabe de que más.
La herida que me había hecho tras volcar el camión en el que viajábamos había dejado de sangrar, y el pañuelo, ya marrón, descansaba en mi mano y tenía una nueva historia que contar.
Busqué al niño con la mirada, quería devolvérselo, que parte de mi quedara sellado a fuego a esas vidas que por ahora los organismos internacionales no encontraban la forma de ayudar; y perdí la vista entre el gentío.
Yo estaba salvada pero ¿qué pasaba con todos ellos?

lunes, 23 de agosto de 2010

Feira des Enguías

Un mini relato inspirado una tarde de sol en un plaza del país vecino y acompañado por una propicia canción, que sería mejor escuchar cuando se comenzara a leer el penúltimo párrafo





El sol se estaba ocultando y las calles rezumanan a salitre. El calor de las velas salpicaba las baldosas coloreadas de las pequeñas casas que rodeaban la plaza, y la gente aparecía por las callejuelas siguiendo el olor del pescado.

En una esquina tres músicos mezclaban sus sonidos y despendían las notas entre la gente, que con vasos en la mano conversaban y ladeaban sus cuerpos sugiriendo un ritmo que generación tras generación se había perdido.

Las fiestas habían comenzado y el pueblo desbordaba luz. Una vez al año se vestía de gala y exprimía al máximo todo lo que le caracterizaba, las anguilas y la música.

Lo primero estaba ya servido en grandes cacerolas que reposaban a fuego lento en la plaza, lo segundo estaba a punto de comenzar.

Todo estaba preparado y la hora se acercaba. Vanessa se miró al espejo y se colocó unos rizos que tenía sueltos en su pasador, se puso la pulsera de su madre y en su camisa se prendió un alfiler de su abuelo.
Éste y su hermana pequeña esperaban ansiosos que los minutos pasaran y poder ver a la mayor de la familia cumplir su sueño sobre el escenario. Se habían colocado a un lado frente a los músicos. Él con una pajarita y la boina que ya nunca se quitaba, ella con una diadema colorida y un bolso de animales. Su sangre, la misma, densa, roja, e hirviendo, en ese precioso momento, bombeaba con fuerza.

No siempre venía un cantante famoso a la zona, y no siempre alguien del pueblo podía triunfar.

domingo, 15 de agosto de 2010

Linda...

Una historia ambientada con la magnifica música de Yann Tiersen y una delicada y sencilla foto de Helena del Pozo





Linda, mira que eres linda…

Sabía que sólo el podía llamarla así, y cuando escuchaba esas cinco letras juntas un escalofrío recorría su cuerpo hasta su nuca.
Siempre había vivido en su mundo, dónde oía sonar violines y de vez en cuando las teclas de un piano.
Era la música la que le ayudaba a vivir desde hacía tiempo.
Se escondía tras sus rizos y su corta estatura, y dejaba que los demás inventaran sobre ella, porque su corazón estaba cerrado y los sonidos que salían de su garganta eran tan suaves como inteligibles. Era una experta en cerrar fronteras y levantar muros tan sólidos como rocas.

Linda, mira que eres linda…
Cuando pasaba los veranos estudiando fuera y se suponía que disfrutaba de otra cultura, su mente se evadía a cada momento y se separaba de su cuerpo. Sólo se llevaba de aquellos lugares tickets que decían qué museos había visitado, algún recuerdo con el nombre del lugar y puede que alguna foto, donde su vista nunca miraba a la cámara y de la que ella, por supuesto, nunca se acordaba.
Se extrañaban en la lejanía, tanto… que ella fabricaba aviones con mensajes que lanzaba desde las alturas, dejaba marcas en los árboles de los parques y de vez en cuando gritaba su nombre en las calles vacías.
Si cerraba los ojos podía escucharle deslizar delicadamente sus dedos por las teclas y deleitarse con una de muchas canciones que conocía de delante a atrás.
Cuando era pequeña le había visto practicarlas una y otra vez en el salón acristalado del abuelo. Recordaba su gesto de frustración cuando se trababa, su sonrisa cuando lo conseguía, cada mueca que ponía con su boca al aplastar las teclas hasta el fondo…
Él nació cuatro años antes que ella, pero eso nunca impidió que estuvieran cerca. No jugaban juntos, no estudiaban en el mismo colegio, no tenían los mismos amigos, pero se perseguirían en silencio y se acompañaban con sigilo. A veces de cerca, a veces de lejos, pero siempre llegaban a cenar a casa del abuelo y tras los huevos con patatas se refugiaban en la biblioteca. Él leía historias apoyado en la librería y ella se recostaba en su regazo.
Desde que era una niña y usaba chupete arrastraba su peluche desgastado con forma de cocodrilo hasta allí y se dormía escuchando la voz de su primo.

Linda, mira que eres linda…
Él penetraba por las finas rendijas que le separaban del mundo y hacía que algo en su interior encajara. Algo en su voz le devolvía de las profundidades de los abismos y le permitía lidiar con la vida real.
Un día su madre le confesó que cuando ella nació su primo se acercaba a su cuna y le cantaba canciones, que a veces se quedaba dormido agarrándole sus deditos o susurrándole al oído, que los dos tenían una marca de nacimiento en la nuca.

Con los años seguían quedando una vez por semana en una cafetería distinta para mirarse fijamente y descifrar sus interiores. No importaba las fotos que llevaran en las carteras, las llaves de sus casas o las veces que sonaran su móviles. Siempre apuraban hasta el final y rellenaban de brillo sus ojos hasta el siguiente encuentro. En el que ocultaban más que hablaban y sin el que no podrían seguir adelante.
Y en este preciso instante, si les vemos, ahí sentados en la barra, ella lleva su pelo recogido y se inclina levemente sobre él para coger una servilleta; y por detrás, sus marcas de nacimiento, encajan como dos piezas de un puzzle.


martes, 27 de julio de 2010

Azul, no gris

Una pequeña mezcla entre lo gris, lo azul, ambientado por Sara Bareilles e Ingrid Michaelson, y con una preciosa fotografía improvisada de Aline & Ciervi, captura por las encantadoras callejuelas de una escapada maravillosa



Hace casi cuatro años escuché este pitido por primera vez. Se incrustaba en tu oído hasta dejarte sorda y luego el ambiente te invadía con tal opresión que tenías ganas de devolver. El tren avanzaba lentamente hacia la ciudad y durante media hora te perdías en el asiento.
Recuerdo los rostros de la gente y los espacios vacíos, rodeados por líneas oscuras que no les dejaban moverse. La lluvia fuera golpeando el cristal y dejando pequeñas formas en las ventanas, a través de las cuales el gris se colaba por las grietas de mi cuerpo.

Las primeras semanas fueron difíciles. Pensé en varias ocasiones cómo salir de ese escenario rutinario que sólo me transmitía pesadumbre y tristeza. De casa al tren, del tren a la universidad, de la universidad al trabajo, del trabajo a casa; y entre medio comiendo sándwiches y terminando trabajos escritos. Salvo por mi entusiasmo primero de ver a la persona de la que me enamoré y aprender una carrera para ser alguien, como siempre había soñado, aquellos trayectos me proyectaban hacia lo más profundo de los abismos.
Puede que sea injusto, que no sea real, que no pueda expresar esto porque atento contra la veracidad del lugar y el momento, pero es así como yo lo percibía, como viene a mis recuerdos, a mi olfato… hasta a mi gusto.
Por eso terminé saliendo de esa ciudad dormitorio, como solía llamarla, que me había acogido durante dos años. De aquellos grandes edificios que se sucedían unos a otros y se olvidaban del calor que emanaba de las casas antiguas, donde la historia pesa y se esconde tras cada esquina, donde cada grieta revela un pequeño secreto.

Terminando la carrera alquilé un pequeño ático cerquita del mar. El edificio se caía a pedazos, las baldosas estaban descascarilladas y las calles desiertas por la solana, pero aquel pueblecito me devolvió la vida. Las charlas con las vecinas, que por las tardes salían al fresco con sus sillas, las compras en el mercado, los paseos tranquilos frente al río, los vinos en las terrazas…
Seguí teniendo que utilizar el tren, pero los rostros ya no eran tan sombríos, y las ventanas reflejaban luz y color. Puede que mi visión cambiara, pero creo que fue algo más profundo, creo que simplemente el salitre del mar entro por mis venas y me calmó. Creo que el gris me absorbía poco a poco. Quizá en otra vida fui un pez. Sí, fui un pez, un pez vestido de azul.


miércoles, 21 de julio de 2010

Fly me to the moon tonight, only tonight

Amenizar la lectura con esta preciosa canción



Dos veces que me despierto, dos veces que tengo sus ojos clavados en mí.

Llegamos tarde tras la celebración y las piernas nos fallan. Ha sido un fin de semana intenso, lleno de encuentros y más encuentros, dónde todos hemos vibrado al mismo son y hemos sentido que era único. Mi cuerpo ha experimentado placer, por millones de pequeños momentos; ilusión, que se mezclaba haciéndome cosquillas ahí dentro; deseo, en casi todas sus dimensiones; agradecimiento, con los brazos abiertos; pausa, al poder levantar la cabeza y respirar; gusto, cuando cerrabas los ojos y todo seguía a tu alrededor; musicalidad, silbando tenuemente en mis oídos; emoción, que recorría mi piel…
Personas diferentes que se juntan en un momento determinado, un fin de semana al azar y algo improvisado que celebrar.

Mi mente se pierde por el cansancio y mis pies están doloridos de tanto bailar. Salgo a la terraza a tomar el aire y caigo rendida en la hamaca. Cierro los ojos y al rato los vuelvo a abrir.

Le observo bajo el cielo oscuro, iluminado por las luces de las farolas y el color naranja de los farolillos de la terraza. Tumbada en la hamaca, inclinada hacia la tumbona de medio lado, veo sus ojos cerrados y su boca ligeramente abierta mientras cae en el sueño.
Siento una punzada de romanticismo y pienso en besarle. Pero deshecho la idea, estoy demasiado cansada para levantarme. Entonces deseo que él lo haga, que se levante, me mire, se acerque... y notar su aliento en mi cuello...

No quiero cerrar los ojos, son las últimas horas de otro recuerdo no vivido.

Los pitidos hacen que me desvele y a duras penas despegue mis pestañas para encontrarme con sus ojos sobre mí. Se levanta y abandona dando tumbos la terraza, pero antes se acerca y yo le echo los brazos al cuello. Me da un beso en la mejilla y vuelvo a caer rendida sobre las telas de colores que me sostienen en el aire.
Vuelvo a despertarme, esta vez en el salón (debí de entrar con el frescor de la mañana) y él esta a mi lado. Se ha acercado para despedirse. Noto el olor tras la ducha y el frescor de su pelo al agarrarlo sin casi poder abrir los ojos y desearle un buen viaje. Creo que prolongo el sonido de mis labios sobre su mejilla un poco y luego escucho los pasos mientras se alejan hacia la puerta, luego hacia el aeropuerto, luego hacia otro país.

Dos veces que me despierto, dos veces que tengo sus ojos clavados en mí. La tercera ya se ha ido, y el tul del día a día vuelve a apoderarse de mí.
Él sólo ha sido una metáfora en sueños de cómo las historias bonitas no son siempre de amor, sino que los sentimientos compartidos por un grupo y los hilos que se crean sin que nos demos cuenta son increíblemente poderosos.

Los recuerdos se repiten y se suceden. Son sólo voces que te susurran que si ha ocurrido, que tus ojos no te han engañado.

Tengo que recordarme que los momentos mágicos se esfuman, pero anidan en la piel.

lunes, 12 de julio de 2010

Gente

Con la ColAborAción de Almudena del Pozo, con esa preciosa foto tomada en Pisa... Escuchad la música y leed






Hay veces que las personas pasan por tu vida para arreglar algo, para introducirte a alguien, para que conozcas un lugar... y luego se van.

Te despides de ellos con un abrazo en la calle mientras cierras los ojos con fuerza, o simplemente desaparecen sin hacer ruido, sin que puedas recordar como fue.

A veces quieres retener esos momentos, esas sensaciones, esos sentimientos... pero tan sólo anidan en tu memoria, con un sabor agridulce (más dulce que agri) y puedes repetirlos tantas veces como quieras, aunque pierden detalles en la lejanía.

Las personas pasan por tu vida y no todas se pueden quedar, sería como ocupar todos y cada uno de tus recovecos y no podrías recluirte en ninguno de ellos cuando todo te sobrepasara.
Todas van a ocupar un pequeño espacio dentro de tí, todas van a dejar una minúscula huella en tu interior, y todas, las que tu dejes, te van a hacer brillar por hoy, por ayer, por mañana....


miércoles, 7 de julio de 2010

LA BANDEJA DE LAS TORRIJAS



Ingredientes: leche, pan, harina, huevo, azúcar y canela.
Presentación: Una bandeja alargada

1.
A principios de siglo la señora Manuela cuece leche con azúcar y canela en la cocina de carbón de la calle Aralar en Getxo.

2.
Tras la Gran Guerra, una viuda llamada Mercedes parte el pan en rodajas sobre una repisa de piedra en el pueblo de Larrasoaña. Y supervisando a sus hijos que juegan en la calle, remoja cada rebanada en leche caliente.

3.
A mitad de siglo en una casa de la calle Navarreria, la joven Maria Cruz pasa el pan remojado por harina y huevo y lo va friendo uno a uno; mientras ve como comienza a hacerse de noche a las cinco de la tarde y enciende la luz para que su madre pueda seguir cosiendo.

4.
A finales de los ´60 en la calle Zapatería, Cristina junto a sus hijas pequeñas y bajo la supervisión de su madre sentada en una banqueta, esparce azúcar y canela sobre las torrijas casi terminadas.

Una tradición hilada de generación en generación, de madres a hijas. Ahora incluso de madres a hijos. Tres niños, la naturaleza lo ha querido así, que han aprendido con su madre todo el proceso. Han olido desde el salón el aroma que se escapaba de la cocina, han tenido que bajar a comprar los ingredientes que faltaban, han vaciado con ansia la bandeja cuando todavía estaba caliente... siempre en la bandeja… plateada, alargada, ya gastada por el tiempo y con las asas medio despegadas, con los tornillos flojos.

Y ahora... ¿Quién la hereda? ¿Quién se queda con ella?

jueves, 1 de julio de 2010

I won´t go home without you


Musica y lectura a la vez!

No voy a volver a casa sin tí

Hace frio fuera y papá está inquieto. Bebe una taza de café a pequeños sorbos mientras hace como que ve la televisión.
Mamá seca los platos, y oigo el ruido de los armarios al abrirse y cerrarse una y otra vez. No escucha su programa preferido, de hecho ni siquiera está bien sintonizado.
Cojo la chaqueta y salgo a la calle.
El coche está en la entrada, las llaves puestas, arranco y ilumino la carretera.
¿Dónde estás?
Pienso, me estrujo la cabeza y empiezo a conducir despacio, intentando visualizarte. Tu melena suelta, la chaqueta de lunares, el gorro verde de punto, tu mochila marrón, ese andar que tienes desgarbado...
Soy tu hermano mayor, ¿entiendes?. No voy a volver a casa sin tí.
Te imagino en casa de alguno de tus amigos, te imagino muerta de frío, vagando sin rumbo, asustada... no, eso no, tu orgullo no te dejaría.
Suena una canción en la radio que sueles escuchar y subo el volumen, por si la oyes.
Se que estás cansada, que no encuentras tu lugar, que la casa te oprime... Se que a veces es duro, que sueñas con volar lejos y alejarte de la monotonía del barrio... Nos criamos en una casa donde nuestros padres tenían que sobrevivir y ser alguien, donde veíamos el esfuerzo convertido en malhumor y conformismo.
Soñábamos con que un día iríamos a la universidad. Yo quería ser arquitecto, tu científica. Y todo eso quedó en el olvido, no duró, se extinguió conforme crecíamos y nos dábamos cuenta de que el mundo no nos podía ofrecer lo que deseábamos.
Billy te mató. Cathy me dejó echo polvo. Pero ellos pasaron y fuimos nosotros, y todo lo que llevamos dentro lo que continuó adelante.
Se que odias trabajar en la tienda, las horas muertas te consumen... Una vez vi el cuaderno que tienes lleno de recortes de grandes ciudades, y te imaginé retratada en las esquinas, en las catedrales, con un precioso vestido en verano, montada en bici junto a los canales.... Se que lo necesitas y yo tengo algo de dinero ahorrado. He tomado una decisión, quiero que nos vayamos, quiero que vengas conmigo.
Escucha Oli, escucha la música que sale del coche. Déjame encontrarte... dejame hacer que algo por fin suceda.

lunes, 14 de junio de 2010

Liyu



Os voy a ver...

No sois conscientes, no sabéis, no intuís, ni os imagináis todo lo que habéis habitado en mi cabeza, inundado mi pensamiento, paseado junto a mí mientras caminaba por la calle...

Sin embargo estábamos a cinco mil setecientos siete kilómetros de distancia; y no podía saber que os pasaba, que sentíais, cuánto habíais gritado, llorado, reído...

Pero un día os miré a los ojos y os dije sin voz que siempre estarías conmigo. Un día un trozo de mi cuerpo invisible se unió al vuestro y se soldó con fuego.
Y es por eso que a veces me quema la piel y no se porqué,
y es por eso que a veces me duele y no se porqué,
y es por eso que a veces me rio… y ahora, cuando os vuelvo a ver, si se porqué.


Os he visto...

Un rostro.

Te mira, te observa, algo cambia en su mirada, una chispa aparece en sus ojos, te reconoce, sonríe, exclama... y te abraza.

Recordar escenas, revivirlas, saltar a la comba, hablar su idioma, jugar al basket, sonreírles, cogerles de la mano, repetir sus saludos, es el mejor regalo. Ojalá sólo tuviera que recorrer 10 kilómetros para verles todos los días.

Lo que pasa por la mente humana es indescifrable, indescriptible. Lo que sientes cuando llevas a alguien dentro y lo que le das a cada momento no se puede expresar.

¿Has pensado alguna vez en nosotros? – me pegunta uno de ellos
Hasta la saciedad - contesto
¿Cómo puedo explicar eso?


Ethiopia, Junio 2010

domingo, 30 de mayo de 2010

Las luces amarillentas de las farolas‏

Texto + música de Anni B Sweet (que por cierto hoy la hemos visto en concierto)

Mírame,
parece que estoy dormida pero no lo estoy,
sólo he dejado que la oscuridad invada mis párpados,
y mi mente pueda volar libre mientras linda se acurruca a mi lado.
Son las tres de la mañana.

De repente todo aparece como una película, como algo que ha pasado sin que tu sepas que lo ha hecho.
Un paisaje, una tela que cae, una sonrisa, el guiño de un ojo, el sol abrasándote la piel, la bocina de un coche, un niño que se zambuye en un río, la rueda de recambio de una furgoneta pintada de colores, el sonido del agua corriendo en el fregadero, una balón a rayas, una moneda aplastada en la via del tren….

Mírame,
hay algo dentro de mi que brilla con fuerza,
pero no alcanza a salir,
Ha cogido impulso y ¡plaf!, se estampa contra la pared que protege la fortaleza.

De repente sientes que algo te toca y te giras sin ver nada, sin poder mirar a unos ojos, sin escuchar una respiración, sin oler un perfume, sin rozar esa piel tan suave… y coges agua y vuelves a sumergirte.

Mírame,
no puedo moverme, quizá algún gesto asome a mi boca, quizá un tic, algo que me molesta en este estado de somnolencia. Sin embargo por dentro de mi todo bulle, corre de un lado a otro, se tropieza, se atasca...

De repente todo se ha vuelto gris,
o blanco,
o gris y blanco.
Ni siquiera negro, que realmente es donde luego podría pintar encima una rueda de colores, por ejemplo.

Y puede que ahora me estés hablando,
pero mi mente está en las farolas,
está con las luces amarillentas de las farolas...
Mientras recorro la avenida por la tarde noche,
cuando el cielo está volviéndose de colores apagados,
cuando las sombras de la ciudad tiñen todo de reflejos cobres,
cuando el sabor a antiguo sale de las alcantarillas
y las farolas se alumbran proyectando su amarillenta luz
que me acompaña de camino a casa.



miércoles, 26 de mayo de 2010

La ballena

Esta semana toca un mini relato que comienza con un texto, se mezcla con una imagen escrita, y sigue con el texto.
A ver si adivináis que es lo que una mente infantil llamaba la ballena...
Y todo amenizado con la música de Joaquin, como no. Disfrutadla!





Sabíamos la hora exacta, el minuto, el segundo, el paisaje que le precedía; El trozo de canción que sonaba en ese preciso momento en el coche de papá: "pero el tiempo de los besos y el sudor, es la hora de dormir. Duele verte removiendo la cajita de cenizas que el placer tras de si dejó".
Entonces levantábamos la cabeza y limpiábamos el vaho de la ventanilla para poder ver entre la bruma de la noche a la ballena. Dintinguiéndola poco a poco, según el coche se acercaba. Ahí, al lado de la carretera, bajo la montaña. Su sombra, unas tenues farolas alumbrándola, la hierba que crecía a su alrededor, los cristales rotos del tejado...



Y...glub, volvíamos a la carretera, girábamos la curva y la dejábamos atrás entre los árboles, franqueada por los abetos oscuros que se mecían por el viento. Volvíamos a colocar nuestras cabezas en el asiento de atrás y nos tumbábamos dejando que el sueño nos atrapara. Y sin darme cuenta, dejaba posada la mano sobre la de mi hermano; me gustaba sentir su calor.

lunes, 17 de mayo de 2010

Mrs. you and me, and we, and you, and she...

Hoy estamos de ColAborCión, la segunda en el blog, ya que hay que crear, pero crear con los demás es más bonito.
Por ello esta vez consiste en un lanzar un video y que cada uno escriba lo que le transmita. El vídeo es de una canción "Mrs Cold" de Kings of Convenience. Ya hay tres personas trabajando en ello, dejo a todas las demás que escriban lo que se les ocurra.
Ahi va lo mio...

(por cierto el vídeo no se podía cargar pero pongo el enlace, merece la pena)

http://www.youtube.com/watch?v=5VZLC8YFmj8


"Hey Baby"


Llega contoneándose, clara como el cielo, pisando la tierra manchada y espolvoreada por el suelo. Dobla la esquina pasando junto a una casa solariega pringada de enredaderas, una iglesia con un atrio, una valla de hierro que alcanza la copa de los árboles; y entonces es verde, como ellos, alimentándose de su savia, de sus gusanos que le hacen cosquillas de los brazos, nota las alas de un gorrión acariciarle el hombro antes de posarse...

"Didn´t know you had in it you so be hurt at all"


Aterriza en la plaza casi sin darse cuenta, con la maleta llena de colores bajo un brazo, el caballete sujeto en la mano sobrante; y se siente amarilla, como la tierra que pisa, como el sol que le alumbra entre las ramas de los frondosos árboles que adornan la plaza y la cobijan del plomo del mediodía. Posa sus bártulos en el suelo y observa.

"You wanted nobody around to see, you feel vulnerable around me"

Y de repente se siente azul. Como el sonido que emiten las cuedas de la guitarra al ser rasgada, se impregna de las notas, las absorbe, las digiere y entonces las suelta a través de las manos, de los dedos, del pincel... y empieza a dibujar: naranja, verde, marrón, azul; desliza el dedo y esparce el gris del pantalón...

El viento se enreda en su trenza y le sopla "Deja rozar tus dedos sobre el lienzo mientras el sol alumbra la tranquila tarde donde nada se puede escapar"

Y entonces el morado de su camiseta se torna violeta, limón, marfil, mango, amapola... y con el último acorde de la melodía ella firma su dibujo y estira los brazos dejando escurrir el pincel sobre las piedras del suelo.

"Nothing you can say is gonna change the way I feel"

martes, 11 de mayo de 2010

Somewhere out there

Primero ver el video (precioso,con letras mayúsculas) y luego leer un poquito de mi tímido acompañamiento




Estela recoge los granos de café recién caídos del tarro de cristal, y lanza un suspiro al aire mientras su pensamiento vuelve a alejarse.

Diego recoge los papeles que acaban de volar de su carpeta y han aterrizado en un charco lleno de barro. Las huellas de un perro empapan sus proyectos y él deja escapar un recuerdo de su mente.

Azahara recorta hojas de menta de su terraza y termina de preparar un mojito. Se asoma y observa las ventanas de sus vecinos. Remueve el azucar moreno mirando la luna. Le guiña un ojo y toma un sorbo. Puede que desde lejos alguien la observe rodeada de farolillos encendidos sonriendo a la noche.

Hugo se ducha tras terminar la actuación y los aplausos siguen resonando en sus oídos. Se cala el gorro y sale distraído por la puerta parando un taxi con maestría. Reposa su cabeza en el respaldo y con los ojos cerrados pronuncia levemente: - Simplemente de vueltas.

Laia modela la arcilla como cada tarde, con delicadeza, con ternura, con cuidado... Deja que sus manos cambién de color y se agrieten, deja que sus sensaciones se mezclen con sus movimientos y creen algo que sólo ella entiende. Ya de noche apaga las luces del estudio y camina sin prisa hacia casa.

Lucas pasea varios perros cada mediodía y se sienta en el mismo banco a la sombra. Quizá detenga más la vista en algo en particular, quizá su estómago pierda el control en algún momento, quizá se retrase en devolver los animales a sus dueños... quizá todo se diluya cuando una bolsa de estraza sea arrojada a la papelera y unos pasos se alejen con prisa...

Kira, cansada, como cada noche baja la persiana del bar y coge su bici anclada a la farola verde de la esquina. Pedalea intentando absorber todo el viendo que le cabe en la garganta, hace fuerza con las manos hasta que le duelen las muñecas, siente el latido de su cuerpo en los muslos cuando sube la cuesta hasta su casa... Suele tararear una canción mientras llega, justo antes de que su vecina, que a esa misma hora saca la basura, le salude desde el jardín y piense en como es la vida de esa chica que ni siquiera puede imaginar.

viernes, 30 de abril de 2010

Entre Piscis y Perseo...



Supercumulo Perseo-Piscis


Sabíais que... ¿Los supercúmulos son grandes agrupaciones de pequeños cúmulos de galaxias, y se encuentran entre las estructuras más grandes del Universo? ¿Que la existencia de supercúmulos indica que las galaxias en nuestro Universo no están uniformemente distribuidas? ¿Que los supercúmulos varían en tamaño, hasta unos 108 años luz? ¿Que entremezclados entre ellos hay grandes espacios vacíos en los cuales existen pocas galaxias? ¿Que frecuentemente son subdivididos en grupos de cúmulos llamados nubes de galaxias?

Yo soy una nube de galaxias ;)


(Esta vez sólo una indicación: cuando llegué
is a la parte donde dice "tocar quince mil..." Ahi... aguantad un momento la respiración... La música, escucharla a la vez. Disfrutad!)




Entre Piscis y Perseo hay algo,
con tendencia a hacerme sentir un poco más yo,
de tanto respirar,
y ese algo que se cala entre mi piel,
es un cuadro que huele a jazmin y sabe a fresas,

la cara vista es mi manera de sentir,
la cara oculta es la resulta de mi idea genial de salvarme,
me cuesta tanto... tocarte.

Tocarte me cuesta tanto,
tocar quince mil...
es mucha insensatez,
y no se si estaré en lo cierto,
lo que se es que me cuesta mil universos,
hacer las cosas al revés,
y aunque fui yo quien pintó todo de violeta en vez de azul,
no me canso de jurarme que siempre hay un lugar donde esconderse,
me cuesta tanto tocarte,
me cuesta tanto rozarte...




viernes, 23 de abril de 2010

...

Sólo para cerrar los ojos y escuchar...

lunes, 19 de abril de 2010

Domingo astromántico

Hace unos días esta canción cayó en mis manos... desde el principio me dijo algo, la escuchaba, me invadía la voz, las palabras, la melodía... pero cuando vi el video... ¡me cautivó! Ni una escena se salva de la chispa de mis ojos, del vuelo de mi imaginación, de esa pequeña o grande invasión del cuerpo cuando algo te llena...
Por ello esta semana no hay relato, creo que el relato es el propio video.
Y como añadido he intentado hacer algo gráfico esta vez.

Primero ver el video sin prisas, con 5 minutos por delante, y disfrutar de cada imagen (merece la pena)

"Te deslizas como si fueras de viento, y al contacto con mis dedos te desvanecieras........
Si tu magia ya no me hace efecto, como voy a continuar...
Si me sueltas entre tanto viento, como voy a continuar...





Y como detalle dejo aqui una imagen sacada del video, algo que me llamó la atención desde que lo vi por primera vez. Y como se aprecia, discretamente, he añadido en lo que que ellos cuelgan de las cuerdas los minutos y segundos exactos, en diferentes colores, de las escenas que más me hicieron chispear!!!




martes, 13 de abril de 2010

From A to X (A´ida to Xavier)

En memoria, con cariño, con admiración al libro de John Berger (perdón por la licencia)

Primero: Ver este video (1 min) que habla de la exposición (Así entenderéis un poco más lo que escribo... una carta inventada, entre todas las reales de A´ida)




Segundo: Escuchar la canción a la vez que se lee ( la canción que quería poner no es esta expresamente, aunque le pegue. Era otra pero no la he podido colocar, asi que os dejo el enlace de myspace por si alguien la quiere escuchar. Se titula "La fille au branches" de La Flamme. Es la misma que sonaba en la exposición http://www.myspace.com/laflammenocturna )





Mi soplete,

Hoy ha amanecido con luz, esa luz penetrante que se infiltra poderosa entre los postigos y te recuerda que tienes que levantarte.
Lo he hecho sin prisa, casi sin fijarme, enredando mi melena en un moño y bebiendo el té que había puesto a calentar. Mientras a lo lejos, escuchaba el canto de los pájaros y puede que alguna cabra.
Y lo he hecho, porque al final todo se convierte en rutina y muchas veces agarrarse a ella hace que todo sea más fácil, que juntar un paso a otro no te destroce por dentro y que respirar no te rasgue la tráquea.

El señor Nasiff necesitaba que le ayudara en su casa, porque la semana pasada destrozaron varias. Ha perdido todo lo que tenía, pero sobretodo lo que le han quitado es la paz que siempre desprendía. Ahora anda siempre nervioso y voy a llevarle algo de comer.

La noche pasada nos juntamos en casa de Ahmed y jugamos a la canasta. Cómo te añoraba, mi guapo… Te vi entre ellos haciendo ese gesto típico que haces con la boca, ese en el que fijas tus ojos y los bajas un poquito, entonces juntas los labios y ladeas la cabeza. Vi como me mirabas y me sonreías, creo que en ese momento soñabas conmigo...

Si sumas uno más otro, el resultado siempre es el mismo:

Me levanto, me visto, voy a la farmacia, vuelvo, hablo con Ama, ceno, me acuesto, y tu no estás.
Me levanto, preparo un postre para la fiesta de Amin, voy a visitar a Nasiff, ceno, y tu no estás.
Me levanto, salgo a pasear un rato, enseño a escribir a la pequeña Zaahira, tiendo en la azotea, veo la puesta de sol, ceno… y tu no estás.

Mi cuerpo te anhela,

Tuya,
A


Pd. ¿te llegaron los higos?

(Carta no enviada)


___________________________________________


Y para terminar, una cancioncilla crítica, no en el escenario del libro de Berger, pero si en el escenario mundial, el que nos atañe a todos, aunque no nos concienciemos. Escuchad la letra, y ...¡Cantadla, si la sabeis! ¡Bien alto!
Adapto este frase a nuestros tiempos, ¡Ahora mueren en Irak, los que morían en Vietnam!



martes, 6 de abril de 2010

SIENTO TU VOZ...

Instrucciones: darle al play y empezar a leer el relato lentamente, al ritmo de la canción... saboreando cada frase... dejando que los acordes entren dentro de ti





Siento tu aliento acercarse a mi y una corriente recorre mi cuerpo.
Miles de ojos expectantes se divisan a lo lejos y me apuesto firme sobre la plataforma sintiendo un estremecimiento que hace que tiemble.
Es la primera vez que te acercas a mí. Ha habido muchos otros, pero yo te estaba esperando.
Me quedo quieta, muy quieta, y veo como miras hacia tu derecha y haces un gesto con la cabeza. Los primeros acordes suenan discretos, suaves, delicados… Agarras mi cuerpo con la mano izquierda y con la derecha posas tu mano en mi mejilla.
Susurras. Tus palabras penetran ligeras y frágiles. Cierro los ojos y me sujetas más fuerte. Noto que tú también los cierras y ese deje tan característico de tu voz me invade. Se el gesto que estás poniendo con la boca. Como separas tu cabeza hacia atrás, bailas con ella los acordes, la ladeas… como colocas los labios cuando dices you, y repentinamente me besas. Pero se que piensas en ella, que está en tu mente, y su rostro se perfila en tu retina... Muchas de tus letras llevan escondido su nombre, su sonrisa, sus miedos, los tuyos…
Y siento esa vibración de tu voz, que pasa de nuevo a través de mí, por del tubo, el cable, más cable, los altavoces y se propaga por el aire, llegando a los ansiosos oídos que transportan tus matices al cerebro y activan esa parcela que hace que miles de voces se sumen a la tuya y coreen lo mismo que tú. Esas letras que tan intencionadamente has escogido colocar una tras otra para crear lo que a través de mí hace vibrar a todo el auditorio. Siento tu voz…

Pensar un poco en ello..... y leer la posdata

Pd:
Pista: el narrador no es una persona, y si lo volveis a releer y ver el videoclip vereis el momento en que le besa, el momento en el que cierra los ojos y hace su gesto característico... todo va enlazado!!
(Matchbox Twenty es uno de mis grupos preferidos, la voz de Rob me encanta... y esta canción se la dedica a su mujer, no porque lo que diga sea real, sino por si alguna vez pasara...)

martes, 23 de marzo de 2010

LA ESCUELA DE ATOCHA


(Lo que cuenta aquí es la canción, pero había que acompañarlo de algo, ¿no? Leer primero esto y luego escuchar la canción)

Algo tan simple, tan banal, tan fácil, como perder un tren; hizo que ese viernes cualquiera de abril, la soleada tarde madrileña se tiñera gris y me asfixiara por dentro.
“Los trenes de Atocha no saben esperar, se han dejado en tierra lo mejor de la ciudad”
Un gris plomizo que había ya invadido un poco mi vida un mes atrás y del que yo intentaba a toda costa huir.
“Estas encerrada en Madrid sin poder salir, sin poder salir”
Pero hacía sol y lo que quizá tuviera que pasar incluiría esa transformación, nimia, ridícula, efímera, pero necesaria para todo lo que venía después.
Con ayuda (porque siempre aparece alguien aunque parezca que no vendrá, aunque tenga que sortear otras dificultades que le atañen, aunque existan otras vidas que vivir en vez de la que se podría crear...) ya fueron dos los que al interactuar lograban imaginar múltiples soluciones. Con el coche para arriba, con el coche para abajo…
Y una parada de emergencia,
“Ya de paso te cambias, dejando los zorros en casa, iluminado Lavapies”,
y un empeño común, un ensayo-error, un aguantar la frustración y los nervios a flor de piel… “y me enseñas a reír en guerra”
Pero no, no tenia que pasar. “No pasa nada, venga da igual, será el destino que no querrá”
Y mi caballero me dejó en casa “me despides con: como un caballero te has portado, como un caballero, dices, te has portado”
Nada de carrozas, nada de zapatitos perdidos, nada de espejos mágicos… La calabaza ya se había transformado, pero algo estaba cambiando… “será el destino…”


domingo, 14 de marzo de 2010

Musica + microrelato

(Primero ver este video, entero ,hay q clicar o pegarlo en una ventana nueva, y luego... leer el micro)


http://www.youtube.com/watch?v=LQO-od6NcYI&feature=related


La música inunda repentinamente mi salón. Los acordes de uno de mis grupos preferidos traspasan los altavoces de la televisión y hacen que levante la vista de la revista que hojeo distraídamente en el sofá en esta tarde gris de diciembre.
La melodía que inunda el estadio y acompaña los movimientos del patinador. El deslizar suave de las cuchillas por el hielo pétreo, la rasgada y casi desconocida voz del cantante americano lanzando palabras al estadio que invaden el aire, el frió de la pista elevándose y rozando las luces, los rasgados golpes del guitarrista y sus tatuajes desfigurándose por sus movimientos, las bolas de colores colgando del techo suspendidas sobre los aplausos del publico tras las piruetas…
Y cuando el sonido se apaga y el patinador levanta la mano y clava su cuchilla en el hielo, mi corazón se detiene un segundo al descubrir a un grupo que se emociona acompañando de un deporte que me fascina.
Dulce mezcla.
Entonces, el programa termina y yo vuelvo a mi revista, con una medio sonrisa en la cara, que tarda en desaparecer.


Y ahora cerrar los ojos, escuchar esta canción y imaginaros patinando... dando las piruetas que vuestra mente os marque...




¿Qué habeis sentido?...

lunes, 8 de marzo de 2010

SE DESLIZA...

Microrelato + musica

(Este microrelato se escribió sin música. Se empezó a plasmar en ese coche del que hablo, y la musica vino después... porque me gusta, porque es delicada, porque le da un toque de color, imagen, volumen...)

Escuchar tranquilamente la canción y cuando esté un poco avanzada leer el relato



Se desliza...

Un brazo se desliza, con sigilo desde el asiento de atrás, por el costado, lentamente, sin prisa, con disimulo… y se esconde de las miradas ajenas ¿Qué les importa?

Y delante, el conductor, ojos en la carretera y cantando lo que el cd de turno hace sonar, nota en su cadera unos dedos delicados que hacen asomar un sonrisa a su rostro. Suelta una mano del volante y acaricia su piel con suavidad. Delicadamente, sin movimientos bruscos, sin que los demás ocupantes del coche perciban nada.

Ella apoya su frente en la cabecera de delante y esconde su cara que mira hacia la ventanilla (seguro que porta una sonrisa), con los ojos cerrados.

Él se debate entre los recuerdos de la noche anterior y la curva complicada que tiene delante. Aprieta con fuerza sus dedos antes de volver a agarrar el timón del coche, y sigue visualizando el cuerpo que ahora está en el asiento de atrás, y que anoche, bueno, la madrugada anterior, reposaba entre sus brazos, caliente, suave, sólo para él.

lunes, 1 de marzo de 2010

EN EL ESPEJO

Microrelato + musica (empezar a leer cuando la canción esté en el segundo ´48))

Me despierto a media noche y en la penumbra algo brilla en el espejo. Revolotea moviendo sus alitas con agilidad y frotándome los ojos distingo un hada, un hada luminosa.
Siento el aire de sus movimientos mientras observo en el cristal como se acerca a mi rostro, pero miro a mi alrededor y no hay nada. En el espejo deja una estela con cada giro y cuando roza mi pelo siento que se balancea. Quieta, busco reflejado su vuelo y observándola acercarse a mi oído escucho como me susurra: “No cruces la calle”.
Y se apaga su luz.

martes, 23 de febrero de 2010

ASI DE FUERTE


Micro relato + canción
(Instrucciones: hay que escucharla mientras se lee lentamente)

Asi de fuerte

Cuando llueve así de fuerte, como hoy, siento que algo dentro de mi es arrastrado por el agua, y se pierde en las alcantarillas. Partes de nosotros que nos sobran, que están gastadas, como hojas secas o amarillentas que se desprenden de las plantas. Ves cómo las gotas se deslizan por el cristal, como resbalan apenas sin fuerza, lentamente, y a través del vidrio se vislumbran siluetas negras, teñidas del gris apagado de una tarde que se extingue, mezcladas con sonidos cotidianos que llegan distorsionados por el sonido del agua al caer.
Cuando llueve así de fuerte, como hoy, esa melancolía te atrapa, vuelve, gira, da un brinco y consigues desgarrarla con un bol de palomitas con mantequilla, frente a una peli de la fox.


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