Texto + música de Anni B Sweet (que por cierto hoy la hemos visto en concierto)
Mírame,
parece que estoy dormida pero no lo estoy,
sólo he dejado que la oscuridad invada mis párpados,
y mi mente pueda volar libre mientras linda se acurruca a mi lado.
Son las tres de la mañana.
De repente todo aparece como una película, como algo que ha pasado sin que tu sepas que lo ha hecho.
Un paisaje, una tela que cae, una sonrisa, el guiño de un ojo, el sol abrasándote la piel, la bocina de un coche, un niño que se zambuye en un río, la rueda de recambio de una furgoneta pintada de colores, el sonido del agua corriendo en el fregadero, una balón a rayas, una moneda aplastada en la via del tren….
Mírame,
hay algo dentro de mi que brilla con fuerza,
pero no alcanza a salir,
Ha cogido impulso y ¡plaf!, se estampa contra la pared que protege la fortaleza.
De repente sientes que algo te toca y te giras sin ver nada, sin poder mirar a unos ojos, sin escuchar una respiración, sin oler un perfume, sin rozar esa piel tan suave… y coges agua y vuelves a sumergirte.
Mírame,
no puedo moverme, quizá algún gesto asome a mi boca, quizá un tic, algo que me molesta en este estado de somnolencia. Sin embargo por dentro de mi todo bulle, corre de un lado a otro, se tropieza, se atasca...
De repente todo se ha vuelto gris,
o blanco,
o gris y blanco.
Ni siquiera negro, que realmente es donde luego podría pintar encima una rueda de colores, por ejemplo.
Y puede que ahora me estés hablando,
pero mi mente está en las farolas,
está con las luces amarillentas de las farolas...
Mientras recorro la avenida por la tarde noche,
cuando el cielo está volviéndose de colores apagados,
cuando las sombras de la ciudad tiñen todo de reflejos cobres,
cuando el sabor a antiguo sale de las alcantarillas
y las farolas se alumbran proyectando su amarillenta luz
que me acompaña de camino a casa.
Mírame,
parece que estoy dormida pero no lo estoy,
sólo he dejado que la oscuridad invada mis párpados,
y mi mente pueda volar libre mientras linda se acurruca a mi lado.
Son las tres de la mañana.
De repente todo aparece como una película, como algo que ha pasado sin que tu sepas que lo ha hecho.
Un paisaje, una tela que cae, una sonrisa, el guiño de un ojo, el sol abrasándote la piel, la bocina de un coche, un niño que se zambuye en un río, la rueda de recambio de una furgoneta pintada de colores, el sonido del agua corriendo en el fregadero, una balón a rayas, una moneda aplastada en la via del tren….
Mírame,
hay algo dentro de mi que brilla con fuerza,
pero no alcanza a salir,
Ha cogido impulso y ¡plaf!, se estampa contra la pared que protege la fortaleza.
De repente sientes que algo te toca y te giras sin ver nada, sin poder mirar a unos ojos, sin escuchar una respiración, sin oler un perfume, sin rozar esa piel tan suave… y coges agua y vuelves a sumergirte.
Mírame,
no puedo moverme, quizá algún gesto asome a mi boca, quizá un tic, algo que me molesta en este estado de somnolencia. Sin embargo por dentro de mi todo bulle, corre de un lado a otro, se tropieza, se atasca...
De repente todo se ha vuelto gris,
o blanco,
o gris y blanco.
Ni siquiera negro, que realmente es donde luego podría pintar encima una rueda de colores, por ejemplo.
Y puede que ahora me estés hablando,
pero mi mente está en las farolas,
está con las luces amarillentas de las farolas...
Mientras recorro la avenida por la tarde noche,
cuando el cielo está volviéndose de colores apagados,
cuando las sombras de la ciudad tiñen todo de reflejos cobres,
cuando el sabor a antiguo sale de las alcantarillas
y las farolas se alumbran proyectando su amarillenta luz
que me acompaña de camino a casa.